Un estudiante de cuarto año de la carrera de Biología de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, inició una investigación de algas con alto contenido de hierro que florecen en los márgenes de las gélidas lagunas altoandinas, a fin de encontrar una forma de contrarrestar la anemia en los pobladores de los sectores más azotados con esta enfermedad.
El futuro biólogo Marco Antonio Borda Lizarbe, junto a su compañero Ervin Rofield Ramírez Palacios, descubrieron el verdadero rostro de la anemia una mañana de setiembre del 2018, mientras realizaban un viaje de reconocimiento de suelos en las alturas de Chula, en la provincia de Huanta, región Ayacucho, al observar a varios niños que sufrían con esta afección.
Marco Borda inició su investigación en el 2019 para frenar la anemia.
Aquel día, sin imaginarlo, el joven talento también encontró la posible solución para esta enfermedad. “Seguimos caminando y encontramos en la Laguna de Razuillca una cianobacteria o alga color verde pardo, que crece en las orillas de los lagos en los Andes”, narra Marco Borda, quien hace referencia a la cianobacteria Nostoc sphaericum, más conocida como Lullucha, Murmunta o uvas de río para la población altoandina, y que es utilizada como ingrediente en sopas.
“El Nostoc tiene un alto contenido de hierro, pero tiene una pared celular muy gruesa, por lo que el hierro no está disponible”, explica el estudiante que se hizo acreedor de la Beca Permanencia del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. Él precisa que –según ha investigado – mientras en 100 miligramos de carne hay 10 miligramos de hierro (Fe), en 100 miligramos de Nostoc hay 83 miligramos del mismo.
Esa evidencia y su potencial ha mantenido vivo el entusiasmo de Marco Antonio por conocer más sobre las que él llama “uvas de hierro de los Andes”. En efecto, desde hace dos años está enfocado en desarrollar un protocolo para criar las cianobacterias en su ambiente natural, para que puedan alcanzar en crecimiento hasta el tamaño de una naranja y un melón.
Así fue como el año pasado contactó a la Universidad de Sopron, en Hungría, especializada en conservación y protección de bosques, para presentarle su investigación sobre propagación de alimentos microbianos con el objetivo de ir a estudiar a dicha casa de estudios al respecto. Con apoyo de su universidad y algunos ahorros propios, compró el pasaje y en febrero pasado se marchó a la ciudad ubicada cerca de la frontera austríaca. Su intención era compartir laboratorio con los biólogos húngaros, pero la pandemia provocada por el covid-19, apenas lo dejó tomar dos semanas de clases, debido a que la universidad tuvo que suspender sus actividades.
El estado de emergencia retrasó la implementación de la crianza de Nostoc prevista para el 2020, pero no la detuvo. Junto a Ervin ha diseñado un plan de triple impacto bajo el nombre “Proyecto Sachay” para darle viabilidad económica a la investigación.
Asimismo, implementó un invernadero para generar empleos para sus compañeros de bajos recursos económicos y todos puedan emprender en su propio bionegocio.
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