En un giro sorprendente de eventos, el expresidente de Perú, Alberto Fujimori, fue liberado de la prisión de máxima seguridad de Barbadillo, en las afueras de Lima, el miércoles. Fujimori, quien ha estado cumpliendo una condena de 25 años desde 2009 por delitos que incluyen homicidio calificado, lesiones graves y secuestro agravado, salió de prisión tras una controvertida orden del Tribunal Constitucional de Perú.
La decisión de liberar al exmandatario de 85 años se produjo pocas horas después de que el Tribunal ordenara su puesta en libertad «inmediata», un movimiento que ha suscitado intensos debates y reacciones tanto en Perú como en el ámbito internacional. La liberación de Fujimori se produce en un contexto político y social tenso, marcado por debates sobre justicia, impunidad y la historia reciente del país.
El momento de su liberación fue emotivo. Fujimori abandonó el penal acompañado de su hija Keiko y su hijo Kenji. Las cámaras de televisión capturaron el momento en que, cubierto por una mascarilla, se abrazaba con sus hijos antes de subirse al vehículo. Fuera del penal, un grupo de seguidores que habían esperado durante horas celebró efusivamente su salida.
Tras su liberación, Fujimori se trasladó a la casa de su hija Keiko en Lima. En un breve comentario, Keiko Fujimori agradeció a las autoridades que facilitaron la liberación de su padre, manifestando su gratitud por tenerlo de nuevo en casa.
Sobre Alberto Fujimori
Alberto Fujimori, figura controvertida en la historia política peruana, fue presidente de Perú desde 1990 hasta 2000. Su presidencia estuvo marcada por un enfoque autoritario y medidas drásticas contra la insurgencia de Sendero Luminoso. Sin embargo, su gobierno también estuvo plagado de acusaciones de corrupción y violaciones de derechos humanos, lo que finalmente llevó a su condena. La liberación de Fujimori sigue siendo un tema divisivo en Perú, reflejando las profundas divisiones y los desafíos que enfrenta el país en su camino hacia la reconciliación y la justicia.
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