La agricultura en el Perú es la única actividad económica reconocida por la Constitución Política, en su artículo 88, con trato preferente. Se divide en agroexportación y pequeña agricultura, también conocida como agricultura familiar, teniendo ambas características propias que determinan sus dinámicas de producción, comercialización y gasto público implementado por el Estado Peruano y aquí presentaremos cada una para adentrarnos en la comprensión de la misma.
La agroexportación es una actividad desarrollada en ciertos enclaves agropecuarios en la costa peruana. Representa el 3% de unidades agropecuarias del país. Genera alrededor de 300 mil empleos. Su Producción está orientada a la exportación, siendo los productos más importantes la páprica, alcachofa, espárragos, arándanos, los cuales, en su mayoría, no son parte del consumo interno del país. Su producción es tecnificada y está a cargo de agentes económicos privados.
La agricultura familiar, por su parte, se produce en el 97% de las unidades agropecuarias del territorio nacional. Genera alrededor de 3 millones de empleos. Su producción está orientada al consumo interno: 8 de cada 10 alimentos que consumimos a diario en el Perú es producto de la agricultura familiar. Su producción emplea saberes y tecnologías ancestrales, reproducidas por las comunidades campesinas y nativas, quienes son sus productores.
Las políticas agrarias implementadas por el Estado Peruano favorecen a la agroexportación, con el argumento que su desarrollo es determinante para el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), relegando a la agricultura familiar a un segundo plano y concibiéndola como una actividad de subsistencia.
Sin embargo, como indicadores para medir el crecimiento económico de un país de renta media, como es el caso del Perú, el PBI (indicador que mide la producción nacional y extranjera alcanzada dentro de un territorio) no es el más eficiente, teniendo que emplear otros indicadores económicos que puedan evaluar el impacto interno del crecimiento de un país.
El indicador, siendo uno de los más importantes el índice de empleabilidad. ¿Por qué? Porque en países de gran desigualdad social, como el Perú, el PBI, que solo mide crecimiento productivo, puede reproducir un crecimiento empobrecedor. Un ejemplo es lo que ha vivido nuestro país durante los últimos 20 años, en el cual hemos tenido un constante crecimiento macroeconómico, sin embargo, hemos acentuado nuestra desigualdad social evidentes en el contexto de pandemia que estamos atravesando. En este momento, donde un país que estaba a punto de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), registraba solo 100 camas UCI en marzo del 2020 y un déficit de infraestructura y equipos médicos que no puede permitirnos, como país, enfrentar con mayor eficiencia esta coyuntura.
A ello se suma una limitada comprensión por parte de los hacedores de políticas públicas en el país en materia agraria, quienes al concebir a la agricultura familiar como una actividad de subsistencia, definen que su mayor problemática está asociada a su baja productividad, por lo que se implementan políticas asociadas a la promoción de semillas certificadas para la producción, negando la principal potencialidad de la agricultura familiar, su biodiversidad.
Por esa razón, queda pendiente en el país el desarrollo de políticas orientadas a la agricultura familiar, acordes a sus necesidades, razón por la que se hace necesario un debate público sobre la misma, lo que se hará en el evento “Diálogos por la agricultura con candidatos al Congreso de la República”, organizado por la coalición de organizaciones agrarias de Junín y Huancavelica, este viernes 19 de marzo, desde las 7 de la noche, a través del facebook de la ONG Fomento de la Vida (FOVIDA).
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