Por: Jorge Ponce C.
Después de una campaña electoral tormentosa, este domingo 6 el pueblo peruano se expresará soberanamente en las ánforas y ese mandato tendrá que ser respetado escrupulosamente por todas las instancias e instituciones tutelares del Estado. Solo así podrá seguir hablándose de democracia.
Esta campaña electoral tuvo características inéditas pocas veces vistas en la historia política peruana. Cierto que en toda campaña electoral hay encontrones políticos y pullas, pero ésta que fenece fue mucho más allá de eso. Fue virulenta, no solo llena de descalificaciones inconcebibles, sino también se traficó con fines inconfesables del comunismo como sistema económico-social sin tener la menor idea de lo que ello significa. Los disparates estuvieron a la orden del día. Ni siquiera la peste maldita fue capaz de arrugar las pasiones políticas interesadas.
También fue una campaña millonaria a favor de fujimorismo por el apoyo que tuvo del gran empresariado y de los monopolios nacionales con enormes paneles y propaganda pagados bajo la mesa y colocados en todo el país, especialmente en Lima y Callao. A ello se añadió la impresionante campaña a favor de Fujimori desplegada por los grandes medios de comunicación (prensa, radio y TV), que destilaron odio y palabrería farsante contra Pedro Castillo.
“Fue una campaña millonaria a favor de fujimorismo por el apoyo que tuvo del gran empresariado y de los monopolios nacionales con enormes paneles y propaganda pagados bajo la mesa y colocados en todo el país”
Y por si esto fuera poco, la señora K también contó con apoyo internacional, a través del inefable escritor Mario Vargas Llosa, quien hasta se encargó de organizar en Arequipa un seudo evento, dizque sobre “libertad y democracia”, al que solo asistió un prófugo criminal pedido por la justicia venezolana como Leopoldo López, quien ingresó al Perú como si fuera su casa y encima tuvo la sinvergüencería de entrometerse en el proceso electoral, despachándose por diferentes medios de comunicación a favor de la señora K y atacando a Castillo con la bendición vergonzosa del gobierno peruano.
Igualmente, en todos estos meses de crispación política, escuché a un conductor periodístico de una radio de alcance nacional (no sé si por ignorancia o de manera deliberada), repetir que si gana la señora K el pueblo la desconocería en las calles y si ganara Castillo existiría la amenaza de un golpe militar. Que ese periodista de marras no crea en nada ni en nadie es su problema, pero de allí a alentar subrepticiamente este tipo de sucesos, merece rechazarlas firmemente.
Por lo tanto, los peruanos esperamos que este domingo se realicen elecciones limpias y transparentes, cuya responsabilidad corresponde al Jurado Nacional de Elecciones y cualquiera que fuera los resultados deberá ser respetado por todos. En los últimos veinte años se han sucedido cuatro elecciones nacionales y todo normal, y la de este domingo no tendría por qué ser la excepción.
Finalmente, como periodista de opinión debo repetir mi posición que la he defendido durante este proceso electoral: O votamos por el cambio o votamos por el continuismo de pobreza y corrupción.
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