Por: Jéssica Aréstegui Molina (Comunicadora)
Debatir sobre enfoque de género hasta hace varios años era impensado en nuestro quehacer. Tan solo llegábamos a la discusión de si equidad era lo mismo que igualdad entre varón y mujer. Las mujeres aspirábamos a tener iguales oportunidades laborales y salariales, compartir roles en el hogar, participar en política no solo llenando los últimos lugares en las listas electorales. No teníamos la claridad de que el enfoque de género debe ser un eje transversal en todos los espacios de la sociedad, principalmente en la educación, que ayude a buscar la equidad más que la mera igualdad, reconociendo la desventaja histórica que tenemos las mujeres.
Al contexto de la pandemia, sumamos el escenario electoral tan desgastante y agotador y en ella hemos presenciado momentos que han dejado frases inéditas, como minimizar el flagelo de los feminicidios a la “ociosidad del Estado”. Esta respuesta desafortunada de uno de los candidatos, quien además es maestro rural, más allá de la burla, debería poner en agenda la incorporación del enfoque de género en la discusión. Recordemos que ambos aspirantes al sillón presidencial muestran un retroceso al abordar este tema, coinciden en rechazar la actual currícula escolar que contiene dicho enfoque. La tarea sigue siendo no perder lo avanzado en esta materia.
La Defensoría del Pueblo, en marzo de este año dio a conocer el impacto en la vida de las mujeres de la pandemia del covid-19. Entre lo más urgente recomendó que los servicios que brindan los organismos del sistema de justicia especializado en violencia familiar sea declarado como servicio esencial. También abordó la atención en salud definiéndola como caótica.
Hasta septiembre de 2020, la tasa de actividad femenina disminuyó en 12.7 %, mientras que la masculina solo en 5.8 %. A mediano plazo se calcula que alrededor de 3 millones de mujeres perderán sus empleos.
Entre los aspectos más graves está el incremento de embarazos no deseados, especialmente en adolescentes, que alcanza un 12%, cifra que triplica los casos reportados en 2019. Respecto de los feminicidios, hasta abril, se habían registrado 47 casos, cifra que a la fecha ya ascendió a 62, comparado con los 55 que tuvimos el año pasado en los mismos meses.
En lo económico, la Defensoría advirtió que se ampliarían las brechas que afectan a las mujeres, esto debido a no contar con enfoque de género en las medidas tomadas por efecto de la pandemia. Hasta septiembre de 2020, la tasa de actividad femenina disminuyó en 12.7 %, mientras que la masculina solo en 5.8 %. A mediano plazo se calcula que alrededor de 3 millones de mujeres perderán sus empleos.
Este panorama desalentador evidencia la enorme necesidad de mantener y priorizar el enfoque de género no solo en la educación de nuestros hijos e hijas, principalmente en la formación profesional de nuestros y nuestras docentes. Conocemos que en nuestra cultura está arraigada el modelo patriarcal, machista, donde la presencia y participación de la mujer es limitada a la reproducción como tarea principal, cuidado y quehacer del hogar. Nuestro desarrollo está condicionado antes a cumplir con estos estereotipos.
Si queremos cambios sustanciales en las futuras generaciones, propiciemos en la formación profesional de las y los maestros el enfoque de género como eje transversal no solo en el discurso, principalmente en dejar atrás estereotipos que encasillan a la mujer en determinados roles. De esta manera tendrán las herramientas para preparar a nuestros estudiantes con una mirada de equidad, empoderando a las mujeres desde niñas en la defensa de su participación activa en la sociedad.